¿Conoces el sistema de la jarra de agua fría para despertar a iluminados?
Vamos a jugar a contar historias en paralelo. ¡No te distraigas!
¡Acción!
El maestro, hombre sabio de entre los sabios, aquél que fue designado por el oráculo de Delfos como el más sabio de todos los hombres de Grecia, se encuentra delante de su casa.
Está en pleno diálogo con unos discípulos, tejiendo sus frases con la calma y sutilidad que le caracterizan.
Sócrates – …quienquiera que obra bien, ¿no es acaso un hombre al que le van bien las cosas?
Alcibíades – Sí
¿Quieres ver cómo es el día a día de una mujer apurada de la antigua Grecia?
Igual se parece un poco al de una mujer actual apurada… Nos asomamos.
Jantipa está hasta el moño.
No es una metáfora. Es literal.
La casa los hijos, las compras en el mercado… Ya no puede más. Está harta de que todo recaiga sobre sus espaldas. Y para rematar la situación, su marido no trae dinero al hogar familiar.
Cuando se casó con él pensaba que, siendo su marido un filósofo de cierto prestigio, eso redundaría en su calidad de vida y en la de sus hijos.
¡Ah! ¡Cuán equivocada estaba! ¡Si pudiera volver atrás! ¡Maldito el día!
Acaba de volver del mercado y apenas ha podido adquirir unas legumbres para comer.
Necesita que su marido reaccione, que despierte de una vez de su sueño filosófico, que se dedique a trabajar en algo serio y que traiga dinero a casa.
Está poniendo los garbanzos en remojo, mientras un rumor conocido, demasiado conocido, la acompaña, justo debajo de la ventana de su cocina.
El calor es pegajoso, hay poca cosa para comer y el tontaina de su marido otra vez con su recua de discípulos, charla que te charla, como si la vida fuera eso, ¡como si no hubiera más que hacer!!
Le llegan bien claros los argumentos que él esgrime en su lucha dialéctica con los muchachos; luchas de las que siempre sale victorioso. Claro, como ella, que tiene otro tipo de contienda de la que necesita salir victoriosa día sí y día también: hacer milagros para alimentar a los suyos.
Se lo ha dicho un montón de veces, que se deje de monsergas y que empiece a ganar dinero. Pero él, ni caso.
¿Sabes qué tiempo verbal es más impactante al contar historias en paralelo? Observa:
Y, mientras los pequeños lloran agarrados a su túnica con la cara llena de mocos y ella prepara la olla de garbanzos para la comida, el inconsciente de su marido sigue debajo de la ventana arreglando la vida de los demás como si no hubiera un mañana.
Jantipa se ha ido calentando, poco a poco. Y sabe que cuando le hierve la sangre, no hay vuelta atrás.
Ha bajado al pozo y sube con la jarra grande llena de agua, dispuesta a fregar los meados de su hijo pequeño y a lavar unos cacharros, cuando escucha un par de frases que la ponen furiosa.
Sócrates – ¿Y no son felices también los que obran bien?
Alcibíades – Claro que sí
Sócrates – ¿Acaso no proviene esta felicidad de la posesión de cosas buenas?
Alcibíades – Especialmente por eso.
¿La posesión de cosas buenas?!! ¿De qué cosas buenas habla, si no tenemos ni para comer??? ¿Él tiene la santa pachorra de decir eso? ¿Él que no se ocupa de su familia, que hace cada día como si ni existieran?
De repente, algo en su interior hace ¡Buum!
La jarra está llena hasta arriba; y su paciencia también.
La agarra con fuerza, se acerca a la ventana y desde allí divisa la calva de su marido. Presa de un arrebato de rabia, le vuelca el agua encima.
– ¡A ver si despiertas!
Ahora tendrá que bajar al pozo a llenar otra vez la jarra para limpiar los meados de su hijo. Pero se ha quedado algo más tranquila. Es lo que tiene desahogarse.
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Observa qué juego da contar la historia en paralelo y desde dos puntos de vista
Cuando el agua fría cae sobre su cabeza, dejándolo empapado por completo, los discípulos se cruzan miradas de sorpresa entre ellos y miran consternados al maestro, que sigue siendo un sabio, pero ahora es un sabio mojado de la cabeza a los pies.
No saben muy bien cómo reaccionar ante la situación. Su maestro, aún en el lamentable estado en el que se encuentra, mantiene toda su dignidad, mientras una sonrisa comprensiva se dibuja en su rostro.
– Si puedo aguantar a Jantipa, puedo enfrentarme dialécticamente a cualquier hombre.
Y sigue con sus preguntas, haciendo caso omiso de su túnica y de sus sandalias mojadas.
*****
¿Has visto? Esta estrategia narrativa se conoce como «contar historias en paralelo con dos puntos de vista». Hemos vivido al lado de Sócrates, viendo la escena desde la calle con los discípulos, y hemos vivido en paralelo, otra narrativa bien distinta que se desarrolla dentro de la casa con su mujer, Jantipa.
Una historia con dos puntos de vista confiere un movimiento muy entretenido, porque permite ver y vivir cómo es la historia desde cada uno de los personajes.
Y es bien cierto que, siendo la misma historia, no tiene nada que ver. En realidad son dos historias distintas.
¿Y qué me aporta Sócrates para la escritura y para la vida?
Me aporta la Dialéctica Socrática, el arte de la Mayéutica: profundizar cada vez más en los temas a base de preguntas hasta conseguir, como una matrona, hacer nacer la respuesta del interior de su interlocutor.
No obstante, Sócrates pasa por ser el descubridor de lo que hoy en día conocemos como “autoconocimiento”.
Sócrates aconsejaba, antes de emprender ninguna acción, conocer nuestros propios límites, miserias y grandezas, ya que todo lo externo no es nada en comparación con la fuerza interior de nuestra personalidad.
Vale, conocimiento interior… pero eso, ¿para qué me sirve a la hora de escribir?
Pues la cosa es sutil pero potente.
Te sirve para encontrar tu voz. Si no te conoces, vas a querer escribir al estilo de otros escritores. Y al principio, tener modelos y seguirlos está bien. Pero llega un momento que si no te sueltas de los estribos y las riendas, no podrás hacer ninguna pirueta encima del caballo.
O sea que primero, conócete y luego, suéltate de los artificios que hasta ahora te han servido y empieza a brillar.
Es como si hubieras usado una escalera para subir a un alto y desde allí seguir camino.
La escalera te ha servido durante un rato, pero ya no hace falta que la arrastres el resto del trayecto.
Mi resumen es:
Conócete y encontrarás tu voz. Y ello te permitirá brillar.
¿Te sientes libre al escribir?
¿Cuánto pesa lo que van a pensar los demás cuando te lean?
Seguimos esta conversación tan interesante en los comentarios.
Hola Carme! me ha encantado este artículo, no soy profesional de la salud, ni terapeuta, ni medico, ni coach pero bueno soy madre y creo que algo de esto tenemos las madres, me ha ayudado mucho esta lectura, para profundizar en encontrar mi voz.
Gracias por el artículo.
Hola Silvana,
Gracias por pasarte por aquí a leer y por tus palabras.
Me alegro que este artículo te haya ayudado a encontrar tu voz.
Soy feliz cuando suceden esas pequeñas cosas…
¡Un abrazo!
Carme, me gusta cómo escribes y el tono que utilizas en los posts.
Narras la filosofía de una manera muy fresca, con anécdotas divertidas.
Al mismo tiempo hay este toque de buenos consejos para la aplicación a la vida diaria.
Realmente, los filósofos eran unos grandes sabios.
Hola, Imma!
¡Gracias por tus palabras!
Me encanta que te pases por aquí y comentes el blog.
¡Un abrazo!
muy bueno el comentario , soy enfermero especialista. graciasrrrn
Hola, Sebastián.
Te agradezco tus palabras y que te pases por aquí. Mi primer trabajo fue de enfermera en una UCI. Grandes recuerdos!
¡Un abrazo!
Hola Carmen! ! Felicitaciones. Q maravilla como expones las ideas . Éxitos. Te he remitido a mi vecina en Venezuela q escribe divino y es comunicadora; quería q sepa de ti. Eres grandiosa .
Hola, Marjori.
Gracias por tus palabras y por remitirme a tu vecina.
Me alegro mucho que hayas conectado tan bien conmigo y que mi blog te aporte.
Un abrazo!
Carme