Estos son los 5 hábitos kantianos que te ayudarán a escribir mejor

Cualquier idea para conseguir escribir mejor viene bien siempre. Pero es que nuestro filósofo está sembrado.

Y lo cierto es que son 5 hábitos buenísimos.

Te animo a probarlos.

1/ Atrévete a pensar

Fíjate en esta frase, podría ser una frase pintada en una pared por un grafitero: Atrévete a pensar. La sentencia es suya.

Kant elevó la razón y la lógica a su máximo rendimiento indicando que, con la Ilustración, el ser humano por fin había dejado la niñez y había entrado en la mayoría de edad: Atrévete a pensar.

Y finalmente, para escapar al escepticismo, indicó que lo que nosotros conocemos del mundo son fenómenos, pero que detrás de los mismos, de lo aparente, hay dimensiones no abarcables por la razón; con lo cual restituyó a las religiones lo que les había quitado en un principio.

Escribir mejor

Escribir mejor.

2/ No lo digas, muéstralo

Vale, vaya un rollo de hombre dirás ¿no?

De entrada, has visto la construcción de un personaje.

Los personajes, cuanto más exóticos, más fácil es que atrapen la atención del lector.

En ese caso, lo importante será mostrar cómo se mueven, qué hacen: pasar a las tres cada día mientras el tendero pone su reloj en hora, es mucho mejor que decir: “era un hombre muy puntual”.

Es mucho más visual la imagen del tendero ajustando su reloj al paso del profesor, que quedarnos con el dato de que era puntual.

De aquí extraeríamos una de las máximas más conocidas en literatura: no lo digas, muéstralo. Y en ese retrato acabas de ver varios ejemplos concretos.

Te cuento cómo tenía que ser su desayuno, su baño y su pipa, en lugar de decirte que era un maniático del orden. A esa conclusión, tienes que llegar tú.

¿Y qué me aporta Kant al pensamiento, a la escritura y a la vida?

Kant es el héroe de la disciplina y el orden.

3/ El orden

Y bueno, no es que yo sea partidaria de un orden tan riguroso como el que presidía su vida, ni mucho menos… ¡lejos estoy!

Pero es cierto, que para escribir, por lo menos en la estructura de los contenidos, un poco de orden es del todo necesario.

De hecho, si consigues tener en orden las fases iniciales de tu texto, te va a resultar mucho más fácil cuando entres en la fase de redacción. Y vas a facilitar la tarea al lector.

4/ La disciplina

Ah! Una palabra que suena casi mal.

Pero lo cierto es que para crear el hábito de escribir, la disciplina, por lo menos en un principio es del todo imprescindible.

Porque a escribir, como a jugar al tenis o a tocar el violín, se aprende practicando. Y si no tenemos la disciplina de ponernos a ello un rato cada día, no conseguiremos aprender.

5/ El establecimiento de hábitos

Pues la verdad es que los hábitos actúan al estilo de los macros del ordenador: te simplifican situaciones diarias y evitan que gastes tu pensamiento en ellas. Así tienes el cerebro libre para pensar en otros asuntos más interesantes.

No sé si hay alguna manía que me ayude a escribir mejor, pero por lo menos algunas me ayudan a no perder tiempo y ser más efectiva.

Yo por ejemplo tengo mi botella de agua siempre en el mismo sitio encima de la mesa de mi despacho, así me ahorro andar buscando cada vez donde la he puesto. Cuando tengo sed, mi brazo va automático hacia allí.

O por ejemplo siempre dejo las llaves en el mismo sitio. Y lo cierto es que tengo una amiga que casi cada día anda buscando las llaves por toda su casa, que encima es grande. ¡La de horas que habrá perdido sumando todas las búsquedas!

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Hay escritores que les gusta escribir siempre a la misma hora, o en el mismo sitio.

Para que veas el poder de los hábitos te cuento una anécdota de un escritor: cuando empezó era pobre (¡eso es bastante frecuente!) y tenía una casa tan pequeña que el único sitio que encontró para estar tranquilo para escribir, fue en el lavabo, sentado en el suelo y encima de la tapa del váter.

Cuando se hizo famoso y consiguió dinero compró una casa grande, y pudo permitirse un estudio propio, pero durante un tiempo siguió escribiendo encima de la tapa del váter… es que si no, no me sale…

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¿Y las manías?

Y si lo pensamos bien, todos tenemos alguna manía más o menos desarrollada.

Por ejemplo, yo cuando me aburro, cuento cosas… puedo contar cuadros, libros de un montón, bolis de un cubilete, baldosas, público asistente… ¿sabías que es difícil que yo salga de una conferencia sin saber el número de personas que han asistido?

¡Vaya! que cuento lo que se me ponga por delante, así, por contar.

Si quieres leer la historia completa de Immanuel Kant con todos sus hábitos cotidianos y manías aquí la vas a encontrar. Espero que te divierta.

Ya ves, ser un genio no te libra de ser un maniático de primer orden.

¿Y tú, qué haces, cuál es tu manía secreta?

Cuéntamela que un día igual hago un post juntando todas las manías de todos.